El mes de la Independencia en Guatemala

El mes de la Independencia en Guatemala

El 15 de septiembre de 2011 se celebró el 190 aniversario de la emancipación política de Guatemala.  A lo largo de ese período se ha desarrollado una mitificación del acontecimiento, por las necesidades de crear un elemento unificador en la sociedad guatemalteca.  Sin embargo, la verdadera Independencia se firmó el 1 de julio de 1823, una fecha que ha pasado desapercibida para la mayoría de los guatemaltecos.

Los hechos históricos que dieron origen a la Independencia se remontan al reinado de Carlos III (1759-1788), quien reestructuró el gobierno español en América y transformó las relaciones sociales y económicas entre la metrópoli y sus dominios.  Las repercusiones fueron nocivas para las poblaciones españolas residentes en América, por ello ocurrieron dos importantes levantamientos, en Nueva Granada (hoy Colombia) y Perú, en 1780.  Entre las modificaciones que estableció Carlos III en el reino de Guatemala fue la división de la provincia en territorios más pequeños para mejorar la recaudación de impuestos.  Estas divisiones fueron las Intendencias, a partir de 1785: El Salvador, Chiapas, Honduras y Nicaragua (junto a Costa Rica).  Cada Intendencia mejoró el comercio, Chiapas con Oaxaca en Nueva España (México), Honduras con Cuba, Nicaragua con Perú y el territorio de Costa Rica con Panamá.  Ninguna de esas intendencias comerciaba con Guatemala.  En cambio, las intendencias en Perú comerciaban con Lima y las de Nueva España con la ciudad de México, lo que mantuvo lazos de dependencia económica con las antiguas capitales virreinales.

La Intendencia de El Salvador, por su parte, exportaba añil pero, por su condición hacia el océano Pacífico, debía trasladar su producto por Guatemala.  Esto creó una competencia comercial, en lugar de una alianza, entre las élites productoras en El Salvador y los comerciantes en la ciudad de Guatemala.  La animadversión entre ambas élites se expresó en dos términos que identificaban a ambos grupos.  Los salvadoreños llamaron chapines (deformación de gachupines) a los capitalinos: bonitos por fuera pero inútiles para el trabajo; mientras que los capitalinos llamaron guanacos a los salvadoreños: rústicos y sin preparación.  Los vaivenes que se produjeron en el precio del principal producto de exportación, el añil, en los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX, no estuvieron condicionados ni por productores ni por comercializadores, sino porque los compradores, los ingleses, estaban adueñándose de la India y, por lo tanto, no necesitaban el añil guatemalteco ni salvadoreño.

Por otra parte, el gobierno de Carlos III patrocinó, junto con Francia, la independencia de las colonias británicas en Norteamérica, que dio origen, entre 1776 y 1783 a los Estados Unidos.  A su vez, la revolución norteamericana motivó a los críticos del régimen francés a promover la Revolución Francesa.  Ambos fenómenos fueron tan importantes en el plano político que no pasaron desapercibidos por los españoles residentes en América.

La situación económica se tornó difícil en el reino Guatemala cuando las exportaciones de añil cayeron casi por completo a inicios del siglo XIX.  Para colmo de males, cuando se produjo la Revolución Francesa, el gobierno español, en manos de Carlos IV, hijo de Carlos III, entró en guerra contra Francia, pero perdió, por lo que tuvo que firmar un tratado de paz que obligó a España a declarar la guerra contra Inglaterra.  La situación se volvió imposible de controlar para el gobierno español y, en 1804, se confiscaron los préstamos hipotecarios que existían en todos los dominios hispanos para costear los gastos.  Esta confiscación fue especialmente dura para las empresas establecidas en el reino de Guatemala, muchas quebraron y produjeron despidos masivos.  Como la cantidad de fondos fue insuficiente, la Corona obligó a los grandes propietarios a realizar aportes económicos forzosos.  Con estas dos medidas, el reino de Guatemala sufrió otro percance económico.  Como las necesidades de la Corona eran en metálico, el reino se quedó sin moneda circulante.  Esto motivó otros desastres económicos, nuevos despidos y más pobreza.

Así, cuando se produjo la invasión francesa a suelo español y la expulsión de Carlos IV, en 1808, muchos españoles residentes en América estaban dispuestos para tomar el gobierno en sus manos. En 1810 muchos ayuntamientos se resistieron a recibir funcionarios nombrados por los franceses y así surgieron movimientos independentistas, de Francia no de España.  Los españoles de la península convocaron a un parlamento, conocido como Cortes de Cádiz, para dar solución política a la crisis.  Las Cortes crearon la Constitución de Cádiz, que permitía a los dominios hispanos de América cambiar el rumbo económico y tener participación política.  Sin embargo, cuando el rey Fernando VII, hijo de Carlos IV, recuperó el trono, en 1814, decidió suprimir la Constitución y encarcelar a sus autores. Este fue el momento que aprovecharon los independentistas americanos para dar inicio a la verdadera emancipación política, esta vez de España.

En Guatemala las inquietudes fueron controladas por las autoridades, en San Salvador, en Nicaragua y en la capital (la Conjura de Belén), pero no pudieron manejar la situación cuando, en México se proclamó la independencia en 1821 y Chiapas, por motivos económicos, decidió unirse al nuevo estado.  Así, el 15 de septiembre, se firmó la primera Independencia, para mantener unida a la provincia.  Pero la situación económica era tan seria que los funcionarios del gobierno debían recibir su salario desde México.  A la caravana con dinero se le seguía la pista, de ahí el término “pisto” para designar al dinero en efectivo.  Por ello, muchas personas no consideraban prudente una independencia, ya que no había recursos para llevar un gobierno.  Pero privó la intención de mantener unido al reino y se firmó la Independencia, para firmar, en enero de 1822, la anexión a México.

El experimento fue nocivo, fomentó el odio entre salvadoreños y capitalinos, y entre los futuros liberales y conservadores.  Por ello, cuando se reunió un congreso en la ciudad capital, en 1823, se firmó la verdadera Independencia, esta vez de España, de México y de cualquier otra nación en el mundo.  Las condiciones tampoco eran propicias, pero se razonó la intención con mayor madurez y con miras a un futuro mejor.

Por: Dr. Anibal Chajón, investigador y catedrático de Historia en la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FACOM).

Enlaces de Interés:
Facultad de Ciencias de la Comunicación (FACOM)Licenciatura en Comunicación y Diseño

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| GES Comunicación | 21 septiembre, 2011 |