Pluma Invitada: «Level Up: La evolución de un gamer»

Pluma Invitada: «Level Up: La evolución de un gamer»

Este espacio especial refleja las letras de autoridades de Universidad Galileo, en el que plasman distintos temas de interés y de coyuntura académica para toda la comunidad universitaria de esta casa de estudios.

Te invitamos a leer el siguiente artículo:

“Level Up: La evolución de un gamer”

Por Etson Guerrero, MBA, Licenciado en Ingeniería de Sistemas y docente de Ingeniería de Sistemas, Informática y Ciencias de la Computación, de la Facultad de Ingeniería de Sistemas, Informática y Ciencias de la Computación de Universidad Galileo. También es desarrollador y aficionado de videojuegos.

Y después de una semana de colegio, llegaba el tan esperado viernes, lo que significaba pasar la tarde y noche en casa de los abuelos. Como para cualquier niño, llegar donde los abuelos siempre era una aventura llena de momentos especiales. 

En mi caso, entre todas las actividades, tenía la oportunidad de “robar” por algunos minutos aquel aparato que mi abuelo había comprado: Una computadora de escritorio. En aquellas épocas, las computadoras ni siquiera tenían disco duro y se arrancaban desde un diskette.

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La promesa era poder explorar y ver qué hacía aquel curioso aparato, pero, sobre todo, poder jugar algunos de los juegos del momento. Sin embargo, como todo abuelo que busca educar a su nieto, todo premio requería esfuerzo previo. Así que me tocaba acompañarlo durante varias horas mientras él trabajaba y hacía sus cuadros con la contabilidad de las empresas para las que él trabajaba. 

Yo esperaba pacientemente a su lado, y sin querer, aprendí a manejar los paquetes de oficina de la época (Quattro, Lotus, Word Perfect, etc.). Luego de la jornada de trabajo, llegaba el esperado momento: mi abuelo me prestaba la computadora. 

Pasaba el resto de la tarde y las primeras horas de la noche jugando juegos como Prince of Persia, Grand Prix, Lakers vs. Celtics and the NBA Playoffs y Test Drive, entre otros. 

Aquellos juegos eran básicos, pero para la época presentaban gráficas increíbles, y en un tiempo sin internet, la única manera de descubrir los secretos del juego era explorarlos por horas y luego compartir los hallazgos con los amigos en el colegio, o, en ocasiones, teniendo acceso a las revistas especializadas que lentamente llegaban al país.

Otro camino que definió en gran medida mi futuro profesional era abrir los archivos de los juegos y ver qué contenían. Algunos mostraban información relacionada con los personajes y objetos del videojuego, y a prueba y error uno descubría para qué servían los archivos y el impacto que estos cambios tenían en los juegos (claro, a veces se arruinaba la copia del juego y tocaba restaurarlo desde algún backup). 

Renegade: The Battle for Jacob’s Star era un juego de naves espaciales para PC en el que uno podía incrementar armamentos, mejorar los escudos y la potencia de las municiones desde los archivos de configuración. Esta experiencia me permitió comprender que los programas eran una caja negra que transforman los inputs del usuario y estos parámetros en archivos para crear los mundos virtuales.

Con los años, las computadoras evolucionaron tanto en características de colores en pantalla, calidad de audio, memoria RAM y discos duros con mayor capacidad, lo que permitió que los videojuegos fueran cada vez más potentes e inmersivos. 

Por otro lado, desde los 80’s, la gran sensación en las tiendas de juguetes en Guatemala eran el Atari y más adelante el Nintendo (NES). Estos aparatos eran los que más figuraban en las cartas a Santa Claus. El Nintendo permitió compartir muchas anécdotas con mi papá y, en muchas ocasiones, oportunidades de aprendizaje. 

Con juegos como Dr. Mario aprendías a competir con tus amigos y familiares, y a la vez te enseñaba a perder. Mi papá siempre me planteaba un nivel de reto que me exigiera a mí mismo y no me dejaba ganar fácilmente, lo que al principio me costaba aceptar porque, como niño, ¡quería ganar siempre! 

Muchas veces nos peleamos, pero con el tiempo fui aprendiendo a perder, y luego a ser buen ganador, porque estas tardes de entrenamiento poco a poco me permitieron mejorar y empezar a ganarle a aquel señor, que más que jugar, creo que quería darme lecciones de vida mientras nos divertíamos. 

Como atesoro esas épocas, horas y horas planeando la mejor estrategia para vencer a los jefes de juegos como Ninja Gaiden, explorando los mundos del primer Super Mario o simplemente armando torneos y campeonatos que creaba para los juegos de Blades of Steel (Hockey). Los juegos de deportes me permitieron aprender sobre las reglas de los deportes reales, e incluso, desarrollar afición por el Hockey y el Football Americano.

En los 90’s, el Super Nintendo era el rey, y aunque el internet ya empezaba a aparecer en diferentes regiones del mundo, no fue hasta finales de esa década que comenzó a penetrar con mayor fuerza en los hogares guatemaltecos. La experiencia de juego en esas épocas era visitar las casas de los amigos, ya jóvenes, y jugar torneos de FIFA, Mortal Kombat y Mario Kart, entre otros. 

El ritual era reunirse en la casa de alguien, los papás invitaban a las botanas, y nos pasábamos toda una tarde jugando, y a veces peleando (sí, seguíamos aprendiendo a perder y a ganar :p). Sin embargo, los juegos ya no eran tan inocentes como los de los 80’s, la oferta ya iba dirigida a un público que había crecido. 

Mortal Kombat tenía horrorizados a los padres de familia con sus fatalities y su forma tan violenta de jugar. En la PC aparecieron juegos como Wolfenstein, Doom y luego Quake, juegos con imágenes fuertes que incrementaron la discusión de la época sobre si se debía permitir el uso de juegos violentos por parte de los niños. 

Pero justo allí estaba el problema: los niños de los 80’s habíamos crecido y ahora éramos jóvenes que buscábamos nuevas experiencias y contenido más de “grandes”. Con el tiempo, la edad promedio de los gamers se ha ido corriendo y hoy en día se calcula que la edad promedio de un gamer es de 37 años. 

Sí, los videojuegos ya no son cosa de niños, el contenido ha tenido que irse diversificando con el tiempo para un público cada vez más exigente. Hoy en día, al igual que en otras industrias como el cine, existe un sistema de clasificación que todo padre debe tomar en cuenta antes de comprar un videojuego, y así apoyarse para entender qué tipo de contenido será consumido por sus hijos.

Sin duda alguna, esta experiencia previa con la PC y el uso de las consolas de videojuegos fue en gran parte la razón por la que luego opté por estudiar la carrera de Ingeniería en Sistemas en la universidad. Ahora quería aprender a hacer mis propios videojuegos. 

Durante esta época, el tiempo y las formas de jugar habían cambiado. El internet ya se podía acceder desde casi cualquier parte del país, sin embargo, las bajas velocidades de conexión todavía motivaban a que las partidas se jugaran en redes locales, pero ahora era en la universidad o en los trabajos. 

Foto: Shutterstock

Luego de una larga jornada laboral, nos quedábamos en la oficina para organizar torneos de FIFA y, en especial, de un género que vivió su época dorada a finales de los 90’s y al inicio de los 2000: los juegos de estrategia. Amanecíamos jugando Age Of Empires, Warcraft III o Starcraft. 

Incontables eran las horas que compartimos con los compañeros de oficina, ahora ya como estudiantes de ingeniería y algunos ya ingenieros. En ocasiones, empezábamos a jugar a las 8 pm, y regresábamos a las casas hasta las 4 am, prácticamente solo a bañarnos y a cambiarnos y de regreso a la oficina o a la universidad.

A mediados de los 2000, un juego tomaría por asalto al mundo: World of Warcraft. La gente pasaba hasta 48 horas continúas jugando sin desconectarse y sin dormir. Un juego en línea donde cada uno podía crear su personaje y debía explorar un mundo enorme para los estándares de la época. 

Foto: Shutterstock

Ahora, ya como ingeniero graduado y profesor en la universidad, las experiencias eran juntarse con los colegas académicos y los de oficina y los estudiantes para cumplir alguna misión dentro de este juego y vencer a las hordas del equipo contrario. World of Warcraft generó cualquier cantidad de historias en el mundo del internet que ahora ya son leyendas, desde parejas que se conocieron en línea y luego se casaron, hasta el famoso “Leeroy Jenkins” (Lo dejo allí para que tú, lector, puedas investigar por tu lado de qué trata este “meme”, y para los que saben, pues gratos recuerdos de la época).

En los años recientes, la oferta de videojuegos se ha expandido enormemente, pasando por hitos como la era de los videojuegos en Facebook, que quizás fue la primera ola que hizo que muchos que no eran gamers empezaran a jugar.

Después el Wii, con sus controles que invitaban al movimiento, permitió que muchas mujeres que antes no jugaban se unieran a las fiestas de gamers. Incluso, en algunos casos, ya ni dejaban jugar a sus novios porque ellas tomaban el control de la consola. 

Foto: Shutterstock

Y el surgimiento del smartphone brindó otra plataforma para experimentar y crear nuevas experiencias de juegos, convirtiéndose en otro portal para sumar más legionarios a la experiencia gamer.

Las consolas de última generación y las altas velocidades de internet permiten que los juegos ya ni se tengan que descargar y se puedan jugar completamente en streaming. 

Mucho ha pasado desde las épocas en las que se necesitaban cinco diskettes para cargar un juego, pero lo que no ha cambiado, a pesar de la posibilidad de interactuar en línea, es la necesidad de reunirse con los amigos, ahora ya cuarentones jeje, y pasar un buen momento jugando, compartiendo las botanas que ahora nos toca comprar, y pasando la estafeta a las nuevas generaciones, nuestros hijos e hijas. 

En mi caso, con la esperanza de motivar e inspirar a una nueva generación de ingenieros. Eso sí, seguimos en el proceso de aprender a perder y a ser buenos ganadores :D.

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| GES Comunicación | 29 agosto, 2024 |