El proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación superior
Por siglos, la educación se ha conformado con transmitir el conocimiento; es decir, los estudiantes han sido vistos como un recipiente que el experto, el docente, llena de información; en este enfoque, el estudiante es un simple receptor. Además, nos hemos contentado con constatar cuánto de lo que se le dio al estudiante, es capaz de repetir casi de memoria; es decir, nos hemos dedicado a explorar la capacidad memorística del estudiante. Además, hemos formado estudiantes que compiten entre sí para alcanzar las mejores calificaciones, en lugar de formar personas capaces de cooperar para lograr un fin común.
Al analizar estas tendencias, vemos que hemos estado sumidos en un concepto totalmente conductista; el estudiante recibe un estímulo al que responde siempre de la misma manera por lo que nos hemos atrevido, incluso, a predecir la conducta que desencadena un estímulo.
En parte, esto se debe a la influencia de los máximos exponentes del asociacionismo. Por un lado tenemos a Thorndike quien afirmó que “La gran mayoría de las conexiones a estudiar en el aprendizaje humano comienzan y terminan por un cierto estado del cerebro humano que constituyen las relaciones entre los hechos mentales” y que dio origen a sus tres famosas leyes: a) la ley del ejercicio, mediante el cual se fija la conexión entre el estímulo y la respuesta; b) la ley del desuso, que sostiene que la fuerza de una conexión disminuye cuando no se reitera la conexión entre estímulo y respuesta y, c) la ley del efecto, que consiste en eliminar las respuestas no deseables y reiterar las deseables.
Por el otro lado, está la influencia de Pavlov y su famoso condicionamiento clásico, para quien aprender es condicionar; asociar un estímulo neutro con uno incondicionado para provocar la misma respuesta: la condicionada. Por su parte, el conductismo de Watson afirmó que el aprendizaje es “un cambio permanente de la conducta, que se realiza como resultado de la aplicación de un estímulo efectivo”, postura similar a la de Skinner que lo define como el cambio de conducta, producto de un condicionamiento operante.
De esta cuenta, hemos estado inmersos en un proceso que entiende el aprendizaje como un cambio de conducta, relativamente permanente, susceptible de control, que es producto de los estímulos provenientes del medio ambiente.
Como consecuencia, el énfasis del proceso de enseñanza-aprendizaje he sido la recepción de éste por parte de los estudiantes. De hecho, una investigación realizada a mediados de los años 90 por la Doctora Galo de Lara demostró que, durante un período de clases, el 85% del tiempo los alumnos están involucrados en actividades receptivas: leen o escuchan; el 10% se involucran en actividades responsivas (por lo menos toman dictado, copian o responden preguntas) y, tan sólo el 5% del tiempo, se involucran en actividades reflexivas. Sin duda, la baja calidad educativa de nuestro país y muchos de los problemas de nuestra sociedad son, en parte, consecuencia de una metodología a todas luces obsoleta en la que:
- el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje sigue siendo el profesor.
- el proceso de enseñanza-aprendizaje se enfoca en los contenidos no en las competencias a desarrollar.
- el estudiante se concibe como un mero receptor de estímulos.
- se fomenta la competencia y la memorización.
- no se toman en cuenta los aprendizajes y la experiencia previa del estudiante (base del constructivismo).
- no se motiva a aprender.
- no se desarrolla la capacidad creativa.
- no se desarrolla la capacidad para aprender a aprender en parte porque, el profesor, sirve un mismo proceso sin tomar en cuenta ni los canales ni los estilos de aprendizaje de sus estudiantes.
- el aprendizaje es desorganizado y fragmentado.
- los estudiantes no logran transferir lo aprendido a otras situaciones “lo que aprenden en un curso sólo lo aplican en ese curso”.
Precisamente, la gráfica siguiente muestra las diferencias entre el método tradicional (lamentablemente todavía presente en muchas aulas, incluso universitarias) y el constructivismo.
Por: Dra. Silvia Arce, Coordinadora Área Psicopedagógica -FACED-